La Cooperación Descentralizada: Clave para Superar los Desafíos de Financiamiento

Desde el 2017, la cooperación internacional financia más iniciativas en asistencia humanitaria (23.3 billones USD) mientras que en cooperación para el desarrollo disminuye (17.0 billones USD), sobre todo se registra esta tendencia en los países de renta media como es Ecuador y la mayoría de América Latina. No obstante, un aspecto destacable fue el aumento de la cooperación descentralizada, que creció un 30% hasta los 20,5 millones de euros, respecto al año pasado.

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La cooperación descentralizada para el desarrollo (CDD) o cooperación internacional para el desarrollo llevada a cabo por actores subnacionales, es decir, por parte de niveles administrativos descentralizados diferentes al Gobierno Central del estado. En Ecuador, este papel lo juegan los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD), aunque su alcance es mucho más amplio, también incluye a la cooperación procedente de los distintos actores locales (universidades, sociedad civil, empresas, entre otros). Es una herramienta que los socios de cooperación pueden implementar para garantizar que las intervenciones de desarrollo sean adecuadas para su propósito y responda a las realidades locales de la Agenda 2030.

De la misma manera, la Agenda de Acción de Addis Abeba (financiamiento para el desarrollo) plantea la urgencia de abordar las crecientes necesidades de financiamiento y capacidad en todos los niveles de gobierno en los países en desarrollo (párr. 34), mientras que la Agenda 2030 llama a “localizar” los ODS. En su comunicado de alto nivel del 31 de octubre de 2017, el Comité de Asistencia para el Desarrollo (CAD) de la OCDE enfatizó que “los desafíos complejos requieren cada vez más enfoques coherentes en todos los niveles y acciones coordinadas e inclusivas”, manteniendo “el compromiso de mejorar la calidad y el impacto de nuestras políticas de cooperación al desarrollo”.

La cooperación en Ecuador tiene el mérito de haberse ramificado hacia todos los niveles administrativos, acercando la cooperación internacional a los territorios a través de varios instrumento de política como es el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (COOTAD), entre otros. Es preciso reconocer, no obstante, que al igual que sucede con otras políticas públicas, en ocasiones se ha incurrido en solapamientos e ineficiencias con el estado central, lo que debe empujar a los actores implicados a trabajar por la armonización de sus actuaciones, del mismo modo que hacen los países cooperantes entre ellos a escala internacional.

Por ejemplo, los GAD copiaron la estructura estatal para poner en marcha su política de cooperación, aprobando normativas de cooperación y poniendo en marcha ordenanzas de cooperación, en el mejor de los casos. En unos casos las competencias sobre la materia han sido asumidas por las secretarías de asuntos sociales, en otros por las de acción exterior, educación, o donde se considere más adecuado. Al igual que el Gobierno Central, los GAD planifican su cooperación al desarrollo a través de unos planes territoriales de carácter plurianual (Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial – PDOT), si bien muchos de ellos no se han renovado como consecuencia de la crisis y del abandono de esta política pública en los últimos años por parte de algunas de los GAD.

La cooperación descentralizada tiene dificultades en general y del Ecuador en particular. La mayoría de la cooperación descentralizada en el país se canaliza a través de ONG, se requiere arreglos institucionales para el diseño de un ecosistema dinámico que puede orientar la financiación para el desarrollo tanto público como privada y amplificar las bondades de esta modalidad desde un enfoque multiactor.

En segundo lugar, no tiene un desarrollo teórico suficiente, ninguno de los documentos internacionales y nacionales han puesto en valor a la cooperación descentralizada basa en evidencias. Asimismo, no se cuenta con un repositorio de experiencias territoriales que hayan generado aprendizajes significativos (buenas prácticas) y sobre todo que se puedan replicar en otros territorios del país a través del intercambio de experiencias. El Observatorio de Cooperación la RECID, a través de los nodos de cooperación territorial, de manera conjunta con los GAD y otros socios, es clave para desarrollar informes de observancia (estudios) y la construcción de saberes desde su propia experiencia.

Por último, la dificultad que tiene la cooperación descentralizada es la Gobernabilidad y capacidad institucional de los territorios. Por su propia naturaleza, carece de instituciones o agencias de cooperación territoriales (ver el caso de ACI Medellín) que desarrollen análisis estratégicos, por sectores y países o regiones; la identificación de proyectos y contrapartes; la representación del territorio ante organismos internacionales; la participación presencial y activa en los grandes encuentros multilaterales, entre otros.

En conclusión, la cooperación descentralizada en Ecuador y América Latina tiene un enorme potencial para contribuir a la Agenda 2030, al desarrollo local y complementar la agenda de financiamiento para el desarrollo. No obstante, este potencial todavía no se ha desplegado. Se requiere un ecosistema simbiótico entre lo público, privado y sociedad civil para la promoción de nuevas formas de asociaciones de múltiples niveles y múltiples actores. A través del fortalecimiento institucional de los enfoques de la cooperación descentralizada para superar desafíos de largo plazo.

Escrito por Andrés Gutiérrez León @andresgutileon / 08 de enero de 2023.

 

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